LEÓN XIV NO ES FRANCISCO
- Redacción
- 9 may
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Algunas consideraciones para entender y conocer más al nuevo Papa de la iglesia católica.
La nota de opinión del colega Fausto Frau, describe el perfil de Robert Prevost, el sucesor del Papa Francisco.
Nuestro nuevo Papa, León XIV, no es ni europeo, ni asiático, ni africano. Rompió todos los (nunca mejor dicho) cánones y terminó siendo un nacido en Estados Unidos, nacionalizado peruano, misionero y creado por Francisco: Robert Francis Prevost Martínez, de 69 años.
En medio del tironeo político-mediático, para tratar de anotarse al vicario de Cristo como una especie de tanto en la cuenta propia -incluyendo una ridiculización casi instantánea del presidente Javier Milei– conviene conocer la historia del sumo pontífice y leer entre líneas lo poco que sabemos.
Como muchos predijeron, el Espíritu Santo esquivó hábilmente a los “papables” por segunda vez consecutiva y no ocuparon la silla de San Pedro ni Tagle -muy progre-, ni Parolín -exacerbado en exceso por los medios-, ni mucho menos algún delirante prehistórico como Sarah -que ni siquiera sería el primer africano- o Burke, sino que ante una aparente traba de votos entre Parolin y Tagle, el nombre del consenso fue el de Prevost, un cardenal nombrado en 2023 por Francisco, que pasó más de 30 años como misionero en Perú y que es parte de la Orden de San Agustín, que toma su nombre de Agustín de Hipona, un religioso y filósofo pionero en amalgamar razón y fe, planteando la esencialidad de ambas en la comprensión de la verdad.
Quién es el Papa León XIV
Prevost se ordenó como sacerdote agustino en 1982, y en 1985 fue destinado a trabajar en la misión de Chulucanas, en el norte de Perú, iniciando así un camino junto al país andino, en el que pasaría por distintos ministerios, llegando a ser obispo administrador apostólico de Chiclayo, vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal Peruana y director de Cáritas en ese país, incluso llegando a nacionalizarse peruano en 2015. Se dice que, al ser nombrado no solo obispo sino administrador apostólico de Chiclayo, su rol tuvo no sólo que ver con su trabajo misionero en Perú sino que fue enviado por Francisco para solucionar de una vez por todas el problema de abusos y encubrimiento que enfrentaba el país andino.
Su camino en Chiclayo se terminó en 2023, al ser nombrado primero como prefecto del Dicasterio para los obispos, que se ocupa de todo lo relacionado a la constitución y provisión de las iglesias del rito católico apostólico romano en todo el mundo, además de presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, cargo en el cual estuvieron otros cardenales influyentes, como Giovanni Battista Re o Marc Ouellet. Ese mismo año fue creado cardenal, y en febrero de 2025 fue promovido al Colegio Cardenalicio, órgano eclesiástico que, reunido en cónclave, elige al sumo pontífice.
Su trayectoria en la iglesia, siendo designado tanto en lugares complicados como importantes y significativos para el anterior pontífice, demuestra no solo su relación cercana con Francisco sino la confianza que éste le depositaba, teniendo un ascenso considerablemente rápido en la escalera eclesiástica y ocupando puestos internacionales -como el de Prior General de la Orden de San Agustín- que le valieron el respeto de muchos religiosos.
De perfil bajo, vida simple y cercana a sus fieles y a su pueblo -se lo puede ver fotografiado cocinando en comedores o ayudando en una inundación-, Prevost supo construir una confianza y una imagen sólida en el clero sin necesidad de recurrir a lo mediático, y su designio a la cabeza de la Santa Iglesia Católica fue un hecho extremadamente sorpresivo que, valga la redundancia, nadie vio venir. No estoy tan seguro que el titular de “Primer Papa yanqui” le haya sentado bien a muchos, y eso sumado al bochorno del presidente ridiculizando a Prevost convertido en un león -y banalizando completamente el nombre elegido-, generó que se haga un primer sojuzgamiento excesivamente superficial del Sumo Pontífice que, en un segundo juicio, no tiene nada que ver con su vida, obra pastoral, ministerio y pensamiento.
El león de la Justicia Social
La elección de llamarse “León XIV” viene más relacionado a la justicia social que a las frivolidades promovidas por nuestro poder ejecutivo nacional. León XIII, que lideró a los católicos de 1878 a 1903, fue un prolífico productor de encíclicas -hizo 86-, y su obra se caracterizó por, esencialmente, querer acercar a la Iglesia a las realidades cambiantes de un mundo post-revolución industrial y en constante estado de guerra.
Su encíclica más importante fue Rerum Novarum (de las cosas nuevas), en la que criticó tanto el socialismo, defendiendo la propiedad privada, y al capitalismo, defendiendo la dignidad y las injusticias producto de las malas condiciones de trabajo o bajos salarios. Fue un adelantado, al exhortar en 1891 a la formación de sindicatos, condenar la pobreza y degradación de muchos trabajadores, argumentando que la deshumanización del trabajador y una paga injusta eran contrarios a la fe católica. Promovió durante todo su mandato los casi inexistentes derechos laborales, las asociaciones entre trabajadores, la dignidad humana y del trabajo y esencialmente una tercera posición, lejana tanto de la masonería, el socialismo y el capitalismo. Esto generó el nacimiento de muchos elementos políticos, como la democracia cristiana, el distributismo, y la promoción de muchos otros, como la justicia social.
El producto definitivo de esta encíclica es la Doctrina Social de la Iglesia, un conjunto de enseñanzas que vincula la fe cristiana con la realidad social, y que terminó siendo uno de los principales, por no decir el más importante de los principios fundantes del justicialismo, por lo que, teniendo en cuenta ésto, es intuible que vaya a seguir gran parte del camino de Francisco.
Pero no pretendamos un Francisco II. Francisco hay uno solo, y debemos estar agradecidos a ese argentino, cercano, cariñoso, que rompió todas las barreras, que vivió fiel a sus principios y murió con menos de lo que cualquiera de nosotros tiene en la cuenta sueldo. Ahora bien, León XIV no va a ser Francisco, no va a seguir al pie de la letra lo que hizo él, pero va a haber una continuidad de la obra de Bergoglio. Se perfila a ser un pontífice moderado, con algunos tintes tradicionalistas, haciendo mucho hincapié en la inmigración, el trabajo y de posiciones políticas marcadas (ha presentado críticas a Trump, J.D. Vance y hasta Fujimori).
Tiene 69 años, 7 menos de los que tenía Francisco al momento de asumir, por lo que, si Dios quiere, tenemos tiempo para valorarlo por su obra y ministerio.

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